El espacio en su totalidad –mental, físico y social– se aprehende trágicamente. Si hay centro y periferia, el centro posee su propia realidad trágica, la del sacrificio, la violencia y la explosión; también la periferia, a su manera.
[Lefebvre, 2013]
El espacio del placer, que sería el auténtico espacio apropiado, no existe aún. Algunos casos en el pasado dejan hueco a la esperanza; pero el resultado no parece corresponderse con el deseo.
La apropiación no puede confundirse con una práctica muy cercana pero claramente distinta: la desviación. Un espacio existente, que posea su finalidad (su razón de ser, que condiciona sus formas, funciones y estructuras) puede estar vacante y antojarse susceptible de ser desviado. Es decir, reapropiado para un uso diferente al original. Un caso reciente y célebre de reapropiación es el de Les Halles en París. Durante un breve período de tiempo (1969-1971), los Mercados centrales (Les hHalles), núcleo urbano destinado al aprovisionamiento, se transformaron en lugar de encuentro y de fiesta, centro lúdico para la juventud parisina.
La desviación y la reapropiación de los espacios tienen un gran sentido y pueden ser muy instructivos para la producción de nuevos espacios.
[Lefebvre, 2013]
Las nuevas formas sociales no son “inscritas” en el espacio preexistente. El espacio producido no fue ni rural ni urbano, sino resultado de su novedosa relación espacial
[Lefebvre, 2013]
Se trataría pues, en el horizonte, en el límite de lo posible, de producir el espacio de la especie humana, como obra colectiva (genérica) de esta especie, a semejanza de lo que se decía y todavía se dice “arte”, pero un arte que ya no tiene sentido referido al “objeto” aislado por y para la individualidad.
[Lefebvre, 2013]
Todo espacio social resulta de un proceso de múltiples aspectos y movimientos: lo significante y lo no-significante, lo percibido y lo vivido, la práctica y la teórica. En suma, todo espacio social tiene una historia a partir de esta base inicial: la naturaleza, original y única, en el sentido en que está dotada siempre y por doquier de características específicas (climas, sitio, etc.).
[Lefebvre, 2013]
Toda construcción estrictamente cultural desemboca hoy en la primacía de lo privado de forma que en palabras de Zygmunt Bauman, “el ágora es cada vez más tierra de nadie”. O, peor aún, de unos pocos que orquestan a los muchos. Así, a lo que queda reducido el espacio público es a recibir la confluencia de los intereses individuales y a permitir, en el mejor de los casos, una negociación entre sus supuestos titulares legítimos.
[Molano, 2012]
La idea de un arte público adquiere hoy una nueva dimensión ligada inevitablemente a un factor ideológico, que supone la comprensión de la ciudad como un entramado complejo: un contexto sociopolítico con carácter específico que depende de la comunicación, la educación, y otros ámbitos de la cultura. Desde este punto de vista, y apoyándonos en la tesis del filósofo alemán Jürgen Habermas, el concepto de espacio público se puede definir como una esfera social específica, y, de manera ideal, como un lugar de debate donde todos los ciudadanos pueden desarrollar y ejercer su voluntad política.
[Monleón, 2000]
El espacio ya no puede concebirse como pasivo, vacío como no teniendo más sentido que ser intercambiado, consumido o suprimido.
[Lefebvre, 2013]