«El urbanismo ciudadano es un continuo generador de afectos», puntualiza VIC. «Pero no de esa clase de afectos que el poder utiliza para manipular y dominar, sino los que nos convierten en personas compartiendo en colectividad: la memoria, la alegría, la comunicación, la autoestima, los cuidados, la indignación, la ayuda y la solidaridad».
[Quiroga, 2015]
Hoy en día la clase dominante mantiene su hegemonía por todos los medios, incluido el conocimiento. El vínculo entre saber y poder se vuelve manifiesto, lo que no impide en absoluto un conocimiento crítico y subversivo; al contrario, define la diferencia conflictiva entre el saber que está al servicio del poder y el conocimiento que rechaza reconocerse en éste.
[Lefebvre, 2013]
El espacio público todavía hoy en gran medida es algo que se reserva y delimita en los planes urbanísticos y que posteriormente se diseña con un criterio fundamental, una herencia histórica, que es el de crear lugares para la coincidencia, para la verificación de las igualdades y no para el descubrimiento de las diferencias del otro. Esta concepción del espacio público presupone la existencia de una comunidad homogénea.
Así, el paseo por la plaza y la plaza misma permanecen como modelo de mecanismo controlador, de homologación social o de auto-exposición. Frente a ello, el rasgo más contemporáneo que otorgará a un lugar carácter de espacio público es sin duda la medida en la que un ciudadano inmerso conscientemente en la cultura urbana puede ejercer en él una individualidad o una libertad que tradicionalmente asociaríamos al entorno de lo privado. Porque sacar a la calle lo que históricamente sólo se ejercía en el dominio de lo privado o de lo doméstico equivale a transformar un entorno de control en una pieza del mapa de lo público en la ciudad. Por lo tanto, la nueva generación de espacios públicos no son las plazas, ni siquiera las calles, sino más bien otros lugares más ambiguos que devienen en públicos a través del uso que la gente hace de ellos.
[Muntadas y Herrero, 2004]
https://youtu.be/vpvROjEQg7k
[Tom Lavin, vía antimuseo.org]
Cuando esfera cultural y esfera política no consiguen comunicarse, el espacio público se ve incapaz de cumplir su cometido y la cultura, tiranizada por lo incontroversible y lo vacío, erosiona la construcción de ciudadanía e interés común en lugar de ser la herramienta imprescindible para su desarrollo.
[Molano, 2012]